Aquel fin de semana faltaban 5 días para mi próximo depósito; estaba sola con un billete equivalente a un dólar. Alguien llamó a la puerta, cuando salí a mirar se había ido. Un ¡Toc-toc! estridente llamó a mi ventana. ¿Estás lista? Preguntó un cuervo. No lo estoy, le contesté extrañada por tan elegante visita. ¡Por dios! Se expresó el cuervo más por sarcasmo que ateísmo. Viniste a Sudamérica a volar. Salí entonces de la ventana, a volar con un cuervo apasionado, a veces de tarde, siempre de noche.
A Natasha Rodriguez.