jueves, 18 de noviembre de 2010

la carta gata

..estaba recostado sobre el césped, trataba de cubrir el sol con la punta de mi dedo medio, mejor para mí, una silueta femenina se me puso enfrente, con las piernas compás, el cabello amarillo, la cara azul, los labios uva. Este es el día de los pájaros con el pico pequeño, el que más hable pierde. Ella ganó.
..estaba recostado sobre mi cama, trataba de cubrir la luz de mi lámpara con una mano, mejor para mí, llovió tan fuerte en la ciudad que la luz no volvió. Los truenos, el viento, las voces de las hojas que caían, todos ellos hablaban por mí, me recordaban lo solo que estaba.
..habían pasado meses, distancia, las estaciones. El calor presente y ausente, cómo viven en México si no cae nieve, me preguntaba cada que llegaba diciembre, aun teniendo veintitrés. Cuando era niño mi madre me explicó la pequeña historia de algunas cosas, la televisión es un artefacto electrónico que transmite imágenes y sonidos mediante ondas, Kata siempre dijo que la tele era una caja donde una rusa daría las noticias desde Kazajstán hasta Barcelona. ¿La has visto? Hace un año que no veo tele.
Hacía meses que no me llegaba una notica tuya, me siento casi sin el derecho de decirte hola. Ya lo sé, es un pecado enmaromarse de los amigos imaginarios. Los amigos de verdad se llegan a sentir celosos.
Hace poco leí una nota de hace dos años, decías nada, quise que todo fuera como antes. Imaginarte sin tenerte, escribirte para leerte, desnudarte para tenerte en fotos. Lo sé, te has dicho enamorada y me desprecias, como si yo, un inútil que ha olvidado la pequeña historia de las cosas, tuviese la mínima esperanza de dormir contigo. Gracias, por escribir: se me acabaron las palabras de limón y me busco, para tener pretexto y derecho a decirte hola, mostrando que reacciono por reflejo y no porque estoy buscando.
ya sabes, si no viviera aquí, habría estudiado para escribir y me habría metido en la vagina de una rusa con ganas inmensas de reproducirme. Kata ya no me escribe, la escritura se me reprocha y mi padre comenta en las reuniones de la familia que me sigo dando la vuelta al mundo. Hace unos meses me lo dijo mi hermana, un día que vino a saber de mí.
La casa bien, me han cambiado con enfermeros, la última enfermera provocó que los menos locos me miraran con el desprecio con que se observa a un perverso. Y sí, le besé una teta. Ya lo ves, estoy cada vez menos enfermo.
A veces recuerdo que Carlos dejó la escuela de psicología para poder medicar enfermos de la mente, cuando me pongo por debajo de la lengua las pastillas de la media noche me acuerdo de él. Debe despreciar soñar. Kata siempre me dijo que Carlos era de esos que se olvidan de la existencia cuando se duermen, no sabe soñar, olvida sus actos hechos en el día, confia en que todo le sadrá bien, por que él, no es un perdedor, por eso Carlos no sueña.
Carlos viene de vez en cuando, me habla de ti, me lee historias de gatos, animales negros que se trepan los techos y hacen un ritual de apareamiento, un gato coge a la gata y otro espera su turno. El gato lleva el pene de ancla y entra sin grandes problemas, pero sale y desgarra a la gata. Es de noche, llueve, trato de cubrir la luz en el techo con una mano, relampaguea y ahora no veo mi mano. La gata gime, o grita, o pide, o implora. En la penumbra de un día húmedo y escandaloso, me levanto de mi cama con mi silencio, me acerco a la gata, erizo mi pelo, saco mis garras. El gato, el otro, ahora espera. …un perfume de limón, los doce cuentos peregrinos, dinero, sangre, dolor, la gata, el gato que esperaba salió corriendo por la ventana sin mí. Ha dejado de llover y las pocas gotas que quedan en las marquesinas se dejan caer más lentas que los segundos. Sí, me detengo a pensar ante mi miedo, qué me puedo llevar para escapar. Tal vez han pasado dos minutos desde que paró la lluvia, vuelve la luz, se enciende la tele, hay una rusa sobre mi cama. Carlos se levanta, siempre sonriente. Deja el lugar en que espero, siempre, algo, alguien.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Una justificación sin importancia.

Qué será, hace como cuatro años que Hugo me dijo lo mucho que lamentaba cumplir 23. Quise tratar de entender su agonía superficial pero no más de dos minutos, entonces me dediqué a beberme las cervezas y fumarme los cigarros que tenía a mi alcance. En febrero de este año cumplí 23; celebré en Santiago con un terremoto de 8,8 en la escala de Richter, dos botellas de vino tinto y un cigarro de yerba chilena, ese día había encontrado una pieza para habitar los cinco meses que duraría mi estancia. 
Nunca lamenté cumplir 23, pero aquel día estuve conciente de lo lejos que ha estado mi casa de mis necesidades más íntimas, conciente de lo lejos que está mi infancia y conciente de lo lejos que he estado de la plenitud intelectual, desde la adolescencia hasta la fecha. Efectivamente, a los 14 años disfrutaba la presunción de llegar a la última página de un libro grueso y ostentoso. 
En Santiago estudié 4 materias (casi una miseria); temas de política internacional y literatura, leí; ensayé; critiqué; sinteticé; conocí a más de 30 autores: anecdóticos de guerra, fanáticos de Derrida, precursores del Iceberg, percusores del Glaciar, imitadores de Hemingway, justicieros antipoéticos de Pinochet, poetisas con Nobel, novelistas gráficos, traductores al castellano de Shakespeare, instructores de narración, cuentistas amateur de la colonia las Condes, y un etcétera pequeño. 

Vertiente uno: Cada lectura fue un momento, en ellos sentía que la vida se me acaba, que estoy lejos de todo anhelo sustancial; los aires de literatura y crítica ética-humanista me resultan casi imposibles con un próximo titulo universitario en neoliberalismo descarado. Académicamente no estoy preparada para ello, zapatero, a tus zapatos; el problema es que estos zapatos me aprietan.

Vertiente dos: Cada tarea académica me resultó una experiencia amable y afable, pude ir y venir entre textos varios y relacionarlos entre ellos para poder ensayar, con éxito, con notas altas, con simplemente, para mí, concretar en ideas escritas lo que veía, leía y escuchaba. Por primera vez en una universidad, de las tres que he pisado (Arquitectura, Negocios y Sociales-Humanidades) fui temporalmente feliz. Descubrí y acepté la vocación, como si fuese la resignación a un cambio impuesto; casi ridícula. En dos meses de “seria” dedicación a la Universidad en Santiago (ya que Novio se había regresado a México, dolorosamente), descubrí que quiero oscilar entre esos temas sociales que atañen a los internacionalistas; la geopolítica, el derecho, las regiones, los tratados, los bloques, los acuerdos, la política comparada, el genero, la cultura, la historia, el dialogo y sus etcéteras posibles, y, para fines prácticos de este espacio virtual, entre lo asquerosamente alejado de la ciencia exacta que resulta llamarse, titularse y etiquetarse Escritor (de esos que se aferran a lo que no nos deja, y que a veces, nos estorba). 
Sin embargo, a veces siento tristeza por escribir y ridiculez al subir escritos al Blog, soy sincera, leo y sé muy poco, a veces incluso de mí, la pereza mental puede llegar a tragarme y deglutirme con suavidad y peor, con mi consentimiento. 
Me justifico: He dejado de escribir porque me encuentro ignorante, a veces patéticamente cursi, me cansé de los poemas de desamor y los atardeceres anecdóticos (soy sincera de nuevo, los seguiré narrando).
Me reincorporo: Por qué, para quién, para qué. No lo sé. Sólo sé que escribir me resulta una necesidad y seguiré haciéndolo hasta que pueda dejar una huella pequeña en la humanidad. Si gustas puedes permanecer, esperar, coincidir algún día por acá, que de este paso a la relevancia, me falta camino por sembrar. Se promete, sin asegurar: la autodidaxia y el toque personal.
… 

domingo, 16 de mayo de 2010

Uno

Quizá el sentido de la poesía radique en su intento renovado y permanente por empezar de nuevo y partir de cero; por fundar, cada vez, un lenguaje originario: así vista, no sería otra cosa que el modo por excelencia de acusar recibo y dar cuenta de las distorsiones de la cultura, de la condición del lenguaje como objeto artificial y potencialmente opresivo, que debe ser cada día desmontado y reformulado para construir la libertad.

Cristián Huneeus. Catorce Notas sobre Parra. Obra Gruesa. Nicanor Parra.

sábado, 15 de mayo de 2010

Otoño Polaroid

Parece que se hace costumbre mirar atardecer. En un balcón, en pleno centro. El vicio amado del café, buscar la luna en el espacio y encontrarla en el lado izquierdo; al menos hoy; en fase 4. Desdibujarse de la existencia junto al sol, que tiende psicodélico a enjalbegar el cielo. Puesto, extravagante, violeta y rojo.

jueves, 13 de mayo de 2010

sombrero

raramente el sombrero es levantado, recide ahí, con moho en el techo del armario, aterciopelado en verde sin saberlo. debajo de él, ya no hay asombros, ya no hay secretos; la mano del mago en el oscuro interior ha sacado todo lo que sombrero ha podido darle. hay polvo, pedazos de tela de forro desgarrada; no hay enmiendas, tal vez sólo cambios radicales, pudiendo ir de una forma a otra, de sombrero a sombrilla, de sombrero a zapato, de sombrero a zeta, de sombrero a ye. o lo peor, seguir siendo tonto y morir, estupiditis sombreritis o algo peor, inacción.

sábado, 6 de marzo de 2010

De regreso a la antesala.

Justo estaba esperando en la antesala. Un letrero de psicópata en la frente. Recojo mi cabello, pinto mis labios, evito andar en tenis. Las voces siempre similares de la gente adolescente, ya viví, ya comí, ya fumé, ya cogí. Las horas, casi estáticas retumban su lento correr sobre mi oído. Me largo a la antesala de regreso. Miro la cordillera y pienso; no me sale. Sin novedad, acalorada, me retiro de este mundo. Salud. Esta tarde el señor naranja se sienta ante mí y bebe vino. 

jueves, 4 de marzo de 2010

martes, 2 de marzo de 2010

Post movimiento.

La calma llega, post movimiento.

Salimos de las casas lentamente, con pena, con miedo. Nada hubo que hacer más que esperar, la tierra gritaba fuerte.

La calma va, post movimiento.

Cerramos los ojos con sueño, nadie duerme, no se puede olvidar el cuerpo. Alma mía, respira, que la tierra gritaba fuerte. 

lunes, 22 de febrero de 2010